Más de 200.000 personas protestaron este lunes en las principales ciudades de Brasil contra los multimillonarios gastos del Mundial 2014, incluido en Rio de Janeiro, una de las sedes de la Copa Confederaciones, donde hubo escenas de caos con saqueos, vandalismo y enfrentamientos con la policía.
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Un pequeño grupo de manifestantes intentó invadir la Asamblea Legislativa de Rio, en el centro de la ciudad. Tiraron fuegos artificiales, cócteles molotov y piedras contra policías militares apostados en el edificio, constató la AFP.
También prendieron fuego a un coche y a basura en las inmediaciones y quebraron vidrios de bancos y tiendas cercanas, saqueando negocios mientras el resto de los manifestantes les gritaba “¡Ladrones!” y “¡Sin vandalismo!”.
La policía intentó dispersarlos con gases lacrimógenos y balas de goma, así como con balas de plomo al cielo. Unos 80 policías aún están refugiados dentro de la Asamblea, y cinco resultaron heridos, según la policía militar.
La Asamblea sigue rodeada por manifestantes. Una hoguera arde frente al edificio.
Unas 100.000 personas protestan en Rio, según la policía militar.
En todo el país, los manifestantes convocados a través de las redes sociales y sin liderazgo político o social definido, denuncian el alza del precio del transporte y piden más inversiones en este sector, así como en salud y en educación.
En Brasilia, más de 200 manifestantes eufóricos y portando banderas lograron subir al techo del Congreso nacional, aunque luego de un par de horas descendieron, según una periodista de la AFP.
“Llegamos a la Casa del Pueblo. Es el primer paso para demostrar que no somos un pueblo muerto, pensaban que pararíamos para ver el fútbol pero Brasil no es solo eso”, dijo Bruno Pastrana, un estudiante de 24 años, sentado en el techo del Congreso junto a sus amigos.
Unas 5.000 personas rodean el entorno del Congreso, según la policía.
“Las manifestaciones pacíficas son legítimas y propias de la democracia”, dijo la presidenta brasileña, Dilma Rousseff. “Es propio de los jóvenes manifestarse”, aseguró en el blog de la Presidencia.
La seguridad del Palacio Presidencial, que se encuentra cerca, fue reforzada.
En Belo Horizonte (este), donde la protesta reunió a unas 30.000 personas según los organizadores, la policía disparó gases lacrimógenos y balas de goma contra los manifestantes para impedirles que se acercaran al estadio Mineirao durante el partido Nigeria y Tahití por la Confederaciones (6-1).
En Porto Alegre (sur), la policía también dispersó a un grupo de manifestantes con gases lacrimógenos luego de que éstos destruyeron un autobús e incendiaron basura en la principal avenida de la ciudad.
Estas son las mayores protestas callejeras en 21 años en Brasil -donde la población no acostumbra salir a la calle a expresar su descontento-, desde las manifestaciones de 1992 contra la corrupción del gobierno del expresidente Fernando Collor de Melo, que renunció durante su juicio político ante el Senado.